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5 claves para entender qué es un videojuego

Los videojuegos están de moda. Indudablemente el sector mueve miles y miles de millones cada año, siendo uno de los más potentes de la actualidad. Estoy seguro que has jugado muchos, pero… ¿Alguna vez te has preguntado cómo funciona un videojuego? En esta entrada te lo explico.

La ilusión de movimiento

Los videojuegos se basan en un efecto óptico que nuestro cerebro interpreta como si fuera algo real, se trata de la recreación de movimiento en base a diferentes imágenes estáticas que se suceden unas a otras en lapsos de tiempo muy cortos, conocidas como fotogramas.

Es precisamente lo que ocurre en una película, o en la televisión. Lo que estamos viendo no está ocurriendo realmente ante nosotros, sino que se nos presenta como muchas fotografías sucesivas que nuestro cerebro es capaz de conectar e interpretar como una falsa realidad.

Cuantos más fotogramas por segundo, más precisión en el efecto de movimiento y más realista nos parece.

El proceso de animación

Ahora bien, si se entiende que las películas y la televisión se basan en capturas o fotografías de la realidad… ¿Qué pasa con las series de dibujos animados? ¿Por qué percibimos como real algo que no lo es?

Esta es la clave de nuestro cerebro, que no únicamente puede percibir como real lo que es real en su origen (como una fotografía), sino que gracias a nuestra imaginación es capaz de conectar también cualquier forma en movimiento que se suceda a sí misma.

El proceso de dotar de sensación de movimiento a cualquier objeto inanimado, ya sean figuras de plastilina o unos dibujos sobre un lienzo, se conoce como animación y es extremadamente trabajoso, ya que requiere crear el suficiente número de fotogramas (dibujos o fotografías de un escenario) como para generar un efecto de movimiento lo más suave posible.


Fotogramas de una animación

¿Y entonces qué tiene que ver la animación con los videojuegos?


Animación en marcha

Aprovechando la informática

Como ya he dicho el proceso de animación es muy complejo y requiere de mucho trabajo, pero… ¿Qué pasaría si utilizáramos la potencia de los ordenadores para recrear estos escenarios? Me explico con un ejemplo.

Imaginad que un animador (un dibujante) quiere recrear una escena donde se mueve el dibujo de un coche sobre un escenario. Lo que se solía hacer antes de incorporar los ordenadores en este mundo, era dibujar primero un fondo y luego el coche animado sobre distintas láminas transparentes. Utilizando esta técnica tomaría fotografías del coche sobre el fondo cambiando su posición. Perfectamente podría tener que repetir unas diez o más veces todo este proceso cada segundo para conseguir una animación fluida. Pensad que si en 1 minuto hay 60 segundos, a 10 FPS (fotogramas por segundo), el animador tenía que recrear y fotografiar la escena 600 veces.

El animador al final cansado de repetir siempre lo mismo, le dice a su amigo programador que le haga un programa informática que le permita poner una imagen sobre un fondo blanco simulando un escenario, y luego otra imagen sobre ese fondo (el coche). Además le pide que cada cierto tiempo (por ejemplo 1 décima de segundo), desplace un poquito la imagen del coche sobre el escenario hacia la derecha.

De esta manera el programa consigue recrear el escenario en movimiento únicamente reposicionando el dibujo del coche sobre el escenario.

Ya estamos cerca del concepto final, pero un escenario con un coche moviéndose encima todavía no es un videojuego, es sólo una animación virtual. ¿Qué nos falta? ¿Cuál es la chispa?

La clave de los videojuegos

Si hay algo que diferencie los videojuegos del cine, de la televisión, o de los dibujos animados, es precisamente que los videojuegos te permiten interactuar con ellos. Dejamos de lado un rol pasivo, ya no nos limitamos a observar, nos volvemos activos porque nuestras acciones tienen consecuencias y estamos obligados a pensar y actuar.

¿Pero cómo se añade el elemento de interactividad en la animación virtual? La respuesta es simple, capturando las acciones del jugador en tiempo real.

Imaginad que el animador de antes ha encontrado una nueva necesidad, y es que ahora tiene otros escenarios en los que el coche ya no se mueve sólo a la derecha, sino que ahora necesita que se mueva a la izquierda, arriba o abajo.

De vuelta con nuestro amigo el programador le pide que modifique el programa de animaciones para poder establecer de alguna forma la dirección de movimiento del coche. Después de un buen rato llegan a una solución.

Mientras está en marcha la animación el programa está observando todo el rato si alguien presiona una de las flechas del teclado. Dependiendo de la flecha que se presione la imagen del coche cambiará la dirección en la que se mueve. Llegados a este punto podríamos decir que el animador deja de ser un observador. Ahora puede tomar decisiones y elegir la dirección del coche. Ha dejado de tener un papel pasivo y se ha vuelto el conductor de un coche que puede manejar sobre el escenario. La animación se ha vuelto un videojuego.

Imaginar es poder

Y no hay mucho más.

Partiendo de un lienzo o un espacio tridimensional todo se basa en añadir objetos,  animarlos y otorgarles comportamientos. Lo que se puede llegar a crear dependerá de la creatividad y las habilidades de los programadores, diseñadores, modeladores, animadores, compositores e incluso guionistas, que se junten para recrear escenarios, contar historias y desarrollar retos de todo tipo para que los jugadores resuelvan de la forma más entretenida posible.